Hace unas semanas, en un curso, nos contaron el siguiente caso:
Se realizó una selección de profesores y alumnos. A los profesores los reunieron y les dijeron que habían sido seleccionados por ser los mejores profesores y que, durante un tiempo iban a enseñar a dos grupos de alumnos. Un grupo donde se encontraban los mejores alumnos y otro donde los alumnos estaban escogidos al azar.
Después de un tiempo se analizaría si la combinación mejores profesores y alumnos, obtenía mejores resultados.
[Profesor y alumnos. Foto de: redteam]
Al cabo de unos meses, volvieron a reunir a los profesores para comentarles el resultado de la prueba y, efectivamente, se demostraba que los mejores alumnos habían aprendido más y mejor.
Realmente era lo que cabía esperar ¿no?.
¿Y si los alumnos no fueran los mejores sino alumnos escogidos al azar?. Bueno, dijeron los profesores, podría seguir siendo así porque nosotros somos los mejores profesores.
Se realizó una selección de profesores y alumnos. A los profesores los reunieron y les dijeron que habían sido seleccionados por ser los mejores profesores y que, durante un tiempo iban a enseñar a dos grupos de alumnos. Un grupo donde se encontraban los mejores alumnos y otro donde los alumnos estaban escogidos al azar.
Después de un tiempo se analizaría si la combinación mejores profesores y alumnos, obtenía mejores resultados.
Al cabo de unos meses, volvieron a reunir a los profesores para comentarles el resultado de la prueba y, efectivamente, se demostraba que los mejores alumnos habían aprendido más y mejor.
Realmente era lo que cabía esperar ¿no?.
¿Y si los alumnos no fueran los mejores sino alumnos escogidos al azar?. Bueno, dijeron los profesores, podría seguir siendo así porque nosotros somos los mejores profesores.
Realmente profesores y alumnos fueron elegidos al azar.
Esta historia nos permite reflexionar sobre el hecho de que nuestra predisposición, actitud y expectativas, afectan al resultado.
A nuestro cerebro le gusta darnos la razón, y cuando nos enfrentamos a una situación, de la que esperamos un determinado desenlace, es muy probablemente que el resultado final sea precisamente éste. Entonces nos reafirmaremos en nuestra postura inicial y diremos "lo sabía, sabía que esto iba a ocurrir así". Pero, ¿Ocurrió así porque tenía que ocurrir o porque inconscientemente nos enfocamos hacia ese resultado?. A veces, ocurre esto último.
Decía Henry Ford "Si piensas que puedes o piensas que no puedes, tienes razón". Porque tu pensamiento condicionará el resultado, añado yo.
Si nuestro pensamiento nos predispone, ¿Por qué no escogemos ser más optimistas y pensamos que podemos (yes, we can!!!) en vez de construirnos muros imaginarios ("no podré", "no sabré","no aprobaré", "no... ")?.
Hasta otro día!
PD: No sé si el caso fué exactamente así. He tratado de buscarlo en internet y he llegado hasta este documento:"Teachers' expectancies:Determinant of pupils' IQ gains" donde se demuestra que las expectativas de los profesores afectan al aprendizaje.
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