domingo, 2 de septiembre de 2012

Eficiencia, perfección y sentido común (El proceso del clavar un clavo)

Aquí va otro cuento, que por supuesto nada tiene que ver con la realidad, y donde es posible que os sintáis identificados o alguien os haya hablado acerca de los comportamientos de algunos personajes que aparecen en el mismo. Quiero recalcar que es absolutamente ficticio.

La empresa A y el clavo

Erase una vez en una empresa (A), perfectamente organizada en funciones y responsabilidades, donde se requirió la ¿Simple? tarea de clavar un clavo.

[Clavando que es gerundio. Foto de: phylevn]

El ejecutor solicitó el material (clavos) al departamento de compras. También solicitó una caja de herramientas, pues la antigua la habían robado. El responsable de seguridad se puso en contacto con él para indicarle que tendría que utilizar guantes cuando efectuara el trabajo. Y así pasaron los días (+10 días).

Un buen día el director preguntó porqué no se había clavado el clavo. El ejecutor dijo que no lo había clavado porque no había llegado el material que había encargado al departamento de compras.

El director preguntó al departamento de compras que qué pasaba con el material y el responsable del departamento le contestó que no se había lanzado el pedido porque el ejecutor no había indicado la referencia de los clavos a pedir, ni las herramientas concretas a solicitar. Y el director dijo al ejecutor que indicase con exactitud el material, como así hizo (+11 días).

A la semana (+18 días) el director volvió a preguntar. El ejecutor dijo que el departamento de compras no le había entregado el material. El director preguntó de nuevo al departamento de compras donde amablemente le indicaron que no se había entregado porque faltaban herramientas.

Y así avanzaron los días hasta que una semana después (+25 días) el ejecutor recibió todo el material y herramientas. Pidió al almacenero que dejara todo el material al caer de la pared donde se tenía que efectuar la operación (+26 días), y luego solicitó ayuda a un compañero ya que los trabajos en pared requieren a dos personas por cuestiones de seguridad. Su compañero tenía el día ocupado y quedó con él para 2 días después (+28 días). El día convocado no pudo ser porque hubo una urgencia y así se llegó hasta el día 30, donde clavo, herramientas, ejecutor y ayudante coincidieron milagrosamente en el espacio-tiempo.

En ese momento, por azares del destino, también pasó por allí el responsable de seguridad de la empresa, que observó con curiosidad la escena. En un momento dado del proceso se percató de que el ejecutor no tenía guantes y le requirió para que se los pusiera.

El ejecutor dijo que no los tenía. El responsable de seguridad le recriminó que se lo había indicado al principio de los trabajos y el ejecutor (perro viejo) salvó la situación contestando que él no era el encargado de solicitar el material de seguridad. Así que el responsable de seguridad solicitó el material de seguridad al departamento de compras, que por cierto, más tarde hubo que reclamar.

Se convocaron los tres protagonistas (ejecutor, ayudante y responsable de seguridad), esta vez, y para no fallar emplearon un doodle (y aquí es donde la empresa alardea de hacer uso de las nuevas tecnologías) y llegó el feliz día (+40 días desde el comienzo) en el que gracias a Dios se clavó el clavo, en la pared incorrecta, pero esa es otra historia.

Para acabar el trabajo el ejecutor pidió al departamento de compras la devolución de los 999 clavos que habían sobrado, ya que había sido tan eficaz que sólo había requerido uno. Así mismo mandó un correo al servicio de limpieza para que a la tarde procedieran a limpiar el polvillo del suelo, y en su informe de actividad indicó que le había llevado 6 horas gestionar la tarea del clavo.

Un claro ejemplo de un trabajo en el que todos ejecutaron perfectamente su función, pero nada eficiente y a todas luces surrealista, donde el sentido común brilló por su ausencia y donde clavar un clavo se logró elevar a una tarea “Titánica”.

El clavo y la empresa B.

En otra empresa (B) también hubo que clavar un clavo. El ejecutor lo solicitó al departamento de compras. Al ver que no había, rebuscó en el almacén hasta encontrar uno. Como no tenía caja de herramientas, pidió a un compañero un martillo (ojo al detalle “un martillo” y no una caja de herramientas). Se puso sus guantes (ya que recordaba que en el cursillo de seguridad así se lo indicaron). Al ir a clavarlo, un compañero pasaba por allí y le pidió que le ayudara 2 minutos. Lo clavó. Luego se interesó por qué se había solicitado clavar el clavo, y el director le dijo que era para colgar un cuadro que estaba en el almacén. El ejecutor lo buscó, lo colocó y luego limpió el polvillo que había caído al suelo. (+15 minutos).

[The end. Foto de: Tom Margie]

¿Fin?

Y colorín colorado el cuento del clavo se ha acabado. Bueno no, en la primera empresa (A), hay que decir que se creó un comité de evaluación y seguimiento donde hubo recriminaciones de todo tipo entre los personajes involucrados y donde se emplearon más de 50 horas en determinar que no se había sido eficiente pero que “nadie o todos” eran culpables. Aparte de esa brillante conclusión todos acabaron peleados, con su consiguiente repercusión en el clima laboral.

Reflexión

¿En qué empresa te gustaría trabajar?. Un amigo mío me dice que en la que se haga lo simple, mucho más simple y no más complejo, donde se use el sentido común y donde todos y cada uno de sus miembros se preocupen por la eficiencia (hacer el trabajo en el menor tiempo y con los menores recursos) más que en la perfección (hacer el trabajo adecuado). Yo respondería que depende… de si cuentan los intereses de la empresa o los tuyos propios.

Proverbio árabe

Quien quiere hacer algo encuentra un medio, quien no quiere hacer nada encuentra una excusa

Y vosotros ¿Qué opináis del cuento?