domingo, 13 de febrero de 2011

Sabiduría y Crisis

El pasado viernes, tuve una que realizar una visita de un par de horas a Madrid. En los desplazamientos desde y hasta el aeropuerto tomé varios taxis. Las conversaciones que tuve en dos de los trayectos con los conductores del taxi  me hicieron reflexionar.

[Madrid me mata. Foto de: (Lolita) • 8 ]

Primera conversación:
El primero de ellos, en el trayecto entre Barajas y el centro de Madrid, me preguntó si me molestaba la selección de música clásica que estaba sonando. Al contrario, le conteste yo. Me habló de Mubarak, que hacía pocos minutos que habían anunciado en la radio que había dejado el poder, y que lo que había en Egipto era una “cleptocracia”. También me habló de la contaminación de Madrid. Que era lo más normal con la cantidad de vehículos que circulaban diariamente por la ciudad, los sistemas de calefacción y la situación meteorológica. Hablamos de coches eléctricos e híbridos como alternativa a la contaminación. También de que en Madrid, los avances en logística, habían conseguido reducir el número de vehículos de mercancías que circulan por la ciudad. Esta introducción nos permitió adentrarnos en una interesantísima conversación sobre este asunto. Charlamos de los centros logísticos, de cómo las grandes superficies optimizan el stock y los costes logísticos, de la previsión de la demanda, de la interconexión de sistemas de información con proveedores, de albaranes, del EDI, … En este sector trabajaba yo, me dijo apenado. ¿Qué pasó? le pregunté ... Querían llevarme a Barcelona y yo, con la edad que tengo, no estoy para esos cambios. A la altura de esta confesión llegamos al destino. Me deseó que tuviera una buena tarde y un buen viaje de regreso a casa.

Segunda conversación:
El segundo, entre el aeropuerto del Altet y Alicante, me comentaba lo flojo que estaba el negocio y que el retraso que había sufrido el avión era una constante.

“¡Siempre llega tarde!. ¡En los aviones no se puede confiar!”. En cuanto llegue el AVE... esto se va a pique, sentenció. Aquí si que hay puntualidad, comodidad y te llevan hasta el centro de la ciudad. Da igual que lo cobren más caro que el avión, la gente cogerá el AVE. Bueno, todavía quedan un par de años, aunque no se sabe, porque no hay dinero para las obras. En un santiamén, y con gran clarividencia, el taxista me enunció las ventajas diferenciales del AVE. Asímismo veía de forma cristalina que el castigo que se inflige al pasajero con la impuntualidad de los vuelos, pasará factura a las compañías aéreas.

También me comentó que el día había sido más activo de lo normal porque había habido una feria “la del helado”. Hasta llegar a que esto vuelva a ser lo que era antes, nos queda mucho, me dijo. Le pregunté si la crisis se había notado en el número de pasajeros de avión. Me contestó que si, que una barbaridad. Es que esto está muy mal. Ya no trabaja nadie.

Reflexión:
Estas dos conversaciones me dieron por pensar en el gran potencial humano que tiene este país, totalmente desperdiciado por los efectos de la crisis. ¿Quien no tiene compañeros y amigos brillantes con muchísimas dificultades para encontrar trabajo?. En fin... una verdadera pena.